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Edificando desde el interior

¿Cuál es tu lugar favorito en el mundo?

Hace poco me vi la película “Un Hombre de familia”, no se imaginan cuanto lloré, se las súper recomiendo. No solo por todo el contenido arquitectónico que muestra de arquitectos y edificios, sino por el mensaje detrás tan hermoso que nos deja.

 ¡Alerta de spoiler! La película nos narra la historia de un hombre, que trabaja duro, como cazatalentos haciendo llamadas para sacar adelante a su familia, y anhela darles una mejor casa, una mejor vida a su esposa e hijos, pero las cosas no salen como él espera, pues su hijo mayor es diagnosticado con leucemia, y su lucha por conseguir ese ascenso en el trabajo para cumplir el sueño de una mejor casa se hace cada vez más difícil dadás las condiciones de salud de su hijo, quien se agrava cada vez más, hasta tal punto que queda en coma

Hay una parte de la película que es quizá mi parte favorita. El enfermero al ver al protagonista desesperanzado porque su hijo no despierta del coma, se le acerca y le dice que una vez haciéndole tratamiento a su hijo le pregunto ¿cuál era el lugar que más le gustaba en todo el mundo? Seguramente le hizo esta pregunta porque uno de sus sueños antes de morir era conocer un listado de edificios que su maestra de arte le había anotado, pues tenía fascinación por la arquitectura, por dibujar y conocer la historia detrás de cada edificio, y junto a su padre pudo convertirse varios de ellos.

El caso es que su respuesta a esa pregunta, no fue ninguno de esos edificios enormes y hermosos, él dijo que su lugar favorito en todo el mundo, era su hogar, su casa,que le encantaba como sonaba la escalera cuando su papá llegaba en la noche después de un largo día de trabajo y entraba a su cuarto a apagar las luces que dejaba intencionalmente encendidas para poder ver a su padre cada noche.


Y es quizá mi parte favorita, porque no sé si nosotros responderíamos lo mismo si nos hicieran esta pregunta. Porque a decir verdad, lo cierto es que en la vida real, no somos ese niño que ama a su hogar, que está satisfecho, contento y feliz con el lugar donde vive, sino que somos ese padre, con falta de contentamiento, insatisfecho porque aunque tiene una casa que muchos desearían, su corazón no está contento. Y sé que es un tema complicado de hablar, que quizás creas que no es tu caso, pero lo cierto es que muchas veces nos hemos visto cuestionando por qué nuestra casa no es más grande, o por que no tenemos esa cocina de revista, o por qué nuestra casa no luce como las fotos de Pinterest o esos videos tan cool que suben los famosos a sus historias de instagram.

Y todo ello revela qué hay falta de contentamiento en nuestros corazones, revela que no estamos satisfechos con aquello que Dios nos ha dado, y además de hacernos poco agradecidos, también nos hace vivir divorciados de nuestra realidad, y casados con la ilusión.

No digo que aspirar a tener una mejor casa este mal, de hecho sabes que soy arquitecta y estoy aquí para ayudarte, asesorarte y acompañarte, pero a lo que me refiero es a que evaluemos nuestros corazones, a qué hagamos de nuestros hogares, hogares vivos, no importa si no es tan grande como lo soñaste, si es un apartamento y anhelas una casa, no importa si es arrendado y deseas uno comprado, nada de eso importa, pues no hay nada mejor que sentirte a gusto, contento y feliz con dónde estás.


El problema de la falta de contentamiento es que siempre desea más, quizás creas que cuando remodéleles tu casa, entonces serás feliz. O que cuando construyas esa casa desde cero, entonces te sentirás pleno. Pero puedo decirte con certeza, que nada de eso te hará feliz o pleno. Un hogar, no es un hogar porque la casa luce amplia, ordenada o espaciosa. Un hogar es un hogar porque tú lo construyes, cuidas y edificas día a día, haciendo de algo que es solo muros y techo un lugar en donde todos se sienten a salvo, en donde todos sienten que pertenecen y en donde se construyen los mejores recuerdos.

Así que, mi invitación para ti, es a que puedas evaluar tu corazón, pensar en cómo te sientes con respecto al lugar donde vives hoy, a qué no mires solo lo negativo, sino que también puedas apreciar y mejorar eso positivo qué hay en tu hogar, a que agradezcas a Dios por el hogar que hoy tienes, y a qué puedas cuidar tu hogar cómo cuidarías ese que tanto anhelas. El apóstol Pablo no lo pudo decir mejor: “He aprendido a contentarme, cualquiera que sea mi situación”, que podamos aprender día a día a vivir en contentamiento, y cuánto más en nuestros hogares.

Escrito por Dazuly Pantoja

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